En el contexto del Día del Libro, el villaodonense Juan Carlos Fernández Goróstegui, autor del libro ‘Escritos en Villaviciosa’, nos regala esta semblanza novelada de las aventuras de ultramar de Bernardo de la Torre Rojas, fundador de la primera Escuela de Capataces creada en España, que se instaló en Villaviciosa en 1848. La primera generación de Ingenieros de Montes salió de allí cuatro años más tarde. De la Torre Rojas, nacido en Écija en 1792, está enterrado en el cementerio municipal.
Siete años antes de las aventuras de Bernardo que os voy a contar, él ya había conocido el olor de la pólvora, pues siendo mozo, formó parte del Ejército Central que la junta de Sevilla había organizado para enfrentarse a las tropas de Napoleón.
Pero esa es otra historia. Ahora es mayo de 1816 y Bernardo, el que llegará a ser director de la Escuela de Montes en nuestro Castillo, tiene 24 años, es capitán de caballería y está a punto de embarcarse en la fragata de guerra ‘La Venganza’ acompañando al general D. José de la Serna e Hinojosa como oficial de E.M. Su destino es Tupiza, al otro lado de los Andes.
Manda la fragata ‘La Venganza’ el capitán de navío D. Tomas Blanco Cabrera. Su misión es convoyar tres fragatas mercantes: ‘Veloz’, ‘Mejicana’ y ‘Aurora de Cádiz’ al puerto de Arica, cargadas de hombres, caballos, pertrechos de guerra y mercurio para las minas del Potosí…y hacer hueco al general de la Serna y sus cinco acompañantes en
una fragata de guerra atestada.
La Venganza estaba armada de tres mástiles, treinta y cuatro cañones y mucha vela.
-¡ Ah de la fragata !
– ¿ Quién viene ?
– Oficiales… El capitán de la Torre.
Es mayo y Cádiz huele a jazmines y sus mujeres derrochan simpatía y gracia. Después de izar anclas la lista de chequeo de una fragata de guerra rezaba:
La guarda está montada
la ampolleta muele
buen viaje haremos
(y contestaba todo el puente ) Si Dios lo quiere.
A partir de ese momento, el que años más tarde sería nuestro vecino va a conocer lo que es la furia de los vientos pamperos en el Mar del Plata. Verá el cabo de las Once Mil Vírgenes y Puerto Hambre ya cerca del Cabo de Hornos. Pasará el Cabo de Hornos «en solo tres singladuras desde el meridiano de Cabo San Juan hasta Cabo Negro y desde el 2 de 5 de agosto, a favor de una brisa del N.E.Frsca, clara y con mar muy llana», como dice el informe del capitán de navío, Tomás Blanco Cabrera, al Ministro de Marina Don José Vázquez de Figueroa .
Al atracar en Arica después de 117 días de navegación, lo primero es desembarcar los caballos para que se desentumezcan; Tupiza y Santiago de Cotagaita están en el altiplano Boliviano, cerca de la ciudad del Potosí. De día el Sol abrasa la piel y de noche hace un frío del diablo; son sus primeros destinos.
Al norte de Argentina la ciudad de Salta no resiste las embestidas del general rebelde San Martin y Bernardo participa en la retirada en unas condiciones durísimas; tienen que acarrear a la administración civil de Salta, que no quieren rendirse, con sus mujeres y algunos niños. El teniente coronel ha muerto en acción de guerra, los oficiales criollos y los peninsulares discrepan por agravios comparativos, menudean las deserciones sobre todo de las tropas indígenas, los indios con habilidad les roban caballos cuando forrajean y el terreno de Salta al Potosí es una sucesión de barrancos estériles sin fin, de arroyos semisecos y laderas llenas de cactus gigantes que simulan tiradores apostados.
De Potosí a Lima, con licencia para embarcar para la península, coincide con la conquista de Santiago de Chile por los gauchos de San Martín, que han cruzado los Andes. En Lima, en su puerto, el Cllao, el brigadier D.Marino Osorio está organizando una expedición al Sur de Chile y Bernardo se apunta como voluntario para mandar unas columnas de Granaderos y Cazadores para desembarcar en Talcahuano con sus caballos. Su misión es desbaratar la retaguardia de San Martín e intentar reconquistar Santiago de Chile.
En esta aventura nuestro Bernardo vivaqueara en los bosques inmensos del sur de Chile, vadeará ríos de verdad, de los que nacen ya caudalosos en los lagos cumbreros, y alguna vez se librará de emboscadas a uña de caballo a galope
tendido. Es hecho prisionero después de nuestra derrota en la Batalla de Cancha Rayada y por fin puede descansar en un calabozo del penal de Mendoza… y ver cicatrizar la herida hecha de un machetazo de un gaucho cuando Bernardo, cumpliendo órdenes, requisaba caballos para el ejército; es canjeado después de once meses y regresa a Europa en una fragata inglesa.
¡Qué razón tenías, Bernardo! Cuando siendo ya director de nuestra Escuela Montes les decías al alba a tus alumnos formados con sus macutos en el patio de nuestro castillo, que Balsain estaba aquí al lado. Qué buenas vibraciones me da compartir cementerio contigo Bernardo, seguro que vamos a gozar de buenas galopadas por el cielo. Si Dios lo quiere.
Foto: montes.upm.es