La noche de este viernes, pasadas las 11 de la noche, comenzó el concierto de los villaodonenses ‘Los Depósitos’ en el pub-karaoke Casablanca. Antes, habíamos llegado allí y comprobado que aún estaban probando sonido, así que nos fuimos a cenar unos cuantos amigos y poco después se nos unió el virtuoso bajista de la banda. Regresamos al Casablanca a las 11:15, apenas unos minutos después del comienzo.
Con Juan Carlos «Pipi» Costi a la guitarra y la voz, Carlos Roldán también guitarra y voz, un extraordinario bajista que al final del concierto intercambia su instrumento con Pipi Costi para interpretar un tema en el que puntea con suma destreza, un batería muy rodado y solvente que no falla nunca sino que imprime un ritmo frenético, un saxofonista que participa a intervalos y Alberto Rodríguez «Caleca», con su voz desgarrada de Mick Jagger castizo como guinda del pastel, Los Depósitos nos ofrecen un show súper divertido, de una diversidad notable y contagiosa.
Las primeras canciones, nuevos temas de Pipi Costi, me gustan mucho: sobre una base de ritmos y acordes ramonianos, también me recuerdan a ‘Green Day’ o, sin ir más lejos, ‘Los Nikis’ o ‘Loquillo y los Trogloditas’. Pipi canta bien, sonríe y da la cara frente al público como un músico experto y curtido. Los demás, por su parte, están a la altura y, entre todos, nos ofrecen un espectáculo convincente y auténtico. Uno de estos temas, por cierto, es un simpático autorretrato de «Pipi Costi», que se censura su tardanza, «llegas tarde», demostrando una gran confianza y un agudo sentido del humor.
Poco a poco, ‘Los Depósitos’ van desgranando su repertorio habitual, vitalista y evocador: piezas de rock and roll, punk americano o pop de la nueva ola, una combinación de estilos que transmiten emoción y saber hacer, animan a bailar y recrean una atmósfera de fiesta juvenil: por ellos no pasan los años. Carlos Roldán asume el protagonismo para interpretar entre sus propias creaciones dos temazos de la ‘Creedence Clearwater Revival’ (Proud Mary –rolling on the river- y otra cuyo nombre no consigo recordar) y, como colofón explosivo, el célebre himno punk-rock-grunge de ‘Rage Against the Machine’ (Killing in the name) que enloquece al respetable.
Antes, he hallado reminiscencias del mejor grunge de Seattle en algún tema y, después de cantar coros en un par de canciones, se ha plantado en el escenario, poderoso e impactante, el gran Caleca: «Ya no se reúnen las bandas, en los coches de choque…» Caleca atrae todas las miradas sobre sí, demuestra una soltura sobresaliente, se mueve con la agilidad y el donaire de un Tom Jones enardecido, suelta un vozarrón atronador y levanta ovaciones; es el aporte vitamínico e incendiario con que los Depósitos rematan el show, disparando el latir de los corazones.
En mi humilde opinión, ‘Los Depósitos’ han alcanzado un nivel, una conjunción y una resonancia que debería bastarles para grabar su primer álbum. Tal vez necesiten un manager avispado que sepa llevarles a los mejores escenarios y buscarles su oportunidad. Porque ellos lo tienen todo para satisfacer al público y alcanzar la fama.
Texto: Manuel Godino
Foto: Los Depósitos, tocando en la plaza de la Constituticón durante las Fiestas de Villaviciosa en 2014