Una semana después de que el mundo se sorprendiese con la victoria de Donald Trump en las elecciones estadounidenses, hemos hablado con dos jóvenes villaodonenses que viven allí para que nos cuenten cómo vivieron ellos los resultados y qué ambiente se palpa siete días más tarde.
María Núñez tiene 26 años y estudio Publicidad y Relaciones Públicas en la Universidad Rey Juan Carlos. Se marchó hace dos años a Estados Unidos, donde está estudiando diseño web y a la vez trabaja de babysitter. En la actualidad está afincada en San Francisco (California), en la Costa Oeste, mientras que el primer año vivió en Nueva Jersey (Costa Este). Daniel Haro tiene 30 y reside, junto a la también villaodonense Macarena Rodríguez, en Tolopah, en pleno desierto de Nevada, construyendo una planta termosolar para la multinacional COBRA. En los estados donde viven María y Daniel ganó Hillary Clinton: «Por suerte, San Francisco es la ciudad más liberal de Estados Unidos», señala Núñez. Haro cuenta que la victoria de Clinton en Nevada se debe a que en los condados (gobiernos locales dentro de los estados) de Las Vegas y Reno «los más habitados y civilizados», desde su punto de vista, ganó la candidata demócrata, mientras que el resto cayeron del lado republicano.
La villaodonense pasó la noche de las elecciones en la casa de la familia donde vivió en 2015. La composición de los invitados ya tiene mucho significado en sí: un matrimonio estadounidense con su hija de 1 año, dos mujeres también casadas, una mexicana y la propia María. «Creía que íbamos acabar celebrando pero la cena terminó un poco más triste de lo que pensábamos», relata la estudiante. «Los primeros resultados que miramos decían que Hillary iba en cabeza pero Trump estaba muy cerca. Todos dijeron que aún quedaba mucho». En la segunda consulta el resultado se había volteado: «No nos lo podíamos creer, Trump iba ya ganando y los estados que quedaban por salir se predecía que iban a ser para él». El ambiente, según Núñez, fue de tristeza, pero también de asombro: «Nadie se podía imaginar que eso iba a pasar».
El testimonio de Haro es diferente: «La sensación que daba aquí es que iba a ganar Trump. Había mucha más publicidad de él que de Hillary; de hecho si había de Clinton eran insultos. La llamaban cucaracha y mentirosa«. En Tonopah, el pueblo de 2.000 habitantes donde él vive, «la gente tenía claro que quería a Trump y no a una mujer presidenta», apunta. Daniel cita el término red neck, que se aplica de manera genérica al hombre blanco del interior, de carácter conservador y que tiene una renta baja -el origen viene de los trabajadores del campo a los que, tras muchas horas de trabajo, se les quedaba el cuello enrojecido (red neck) como consecuencia del sol-: «El «Make America Great Again» es un eslogan que a la mayoría de los red neck yo creo les parece suficiente para elegir a un candidato», apunta.
«¿Y qué sensaciones habéis palpado de vuestro entorno estos días?», les cuestionamos a ambos. «Por suerte toda la gente que me rodea no son de Trump» -arranca María- . Vivo con tres chicos americanos jóvenes y estaban bastantes desencantados con el resultado y con pensar que hay tanta gente en su país que apoya a esa persona. Uno de ellos me dijo que cuando viajaba a otros países y la gente le preguntaba de dónde era y decía que era americano ellos le decían siempre «Obama» y le chocaban la mano. Ahora pensaba que cuando fuese a otros países iba a tener miedo de decir que era americano porque la gente iba a odiarle».
Haro nos cuenta que él no se junta mucho con los estadounidenses pero que no ha percibido grandes cambios. «Lo que he podido ver en la televisión es que la población quería un cambio de ideas; no querían seguir con la misma política de Obama y menos con alguien que para ellos no es de fiar, en base a los escándalos de la familia Clinton».
«¿Veis que el país esté más fracturado?», continuamos preguntando. El ingeniero de Villaviciosa responde primero: «Yo solo he estado en Nevada y California y la verdad es que son polos opuestos en todo: la gente, la cultura, etc… Es muy diferente y eso parece ser que ocurre en el resto de Estados Unidos; muy civilizados y sensatos en los estados costeros y más al norte, como en Nueva York o Washington, y más «americanos» en los estados centrales, generalmente poco poblados y con poca cultura más allá de su condado. Parece que siguen viviendo en los años 80, que es lo que pasa en Tonopah».
El turno ahora es el de la publicista: «No sé muy bien cómo va afectar todo esto, lo que sí sé es que ya he escuchado bastantes episodios de racismo, de gente que apoya a Trump y dicen que ya tienen a su presidente que va a echar a los inmigrantes». Y entonces nos habla de una historia que le ha relatado un amigo, donde unos niños jugaban a imitar que estaban en la frontera. Uno simulaba que pedía los pasaportes a los demás y al que decía que era de México no le dejaban pasar. «Iba a decir que la historia es graciosa, pero, no, es penosa», cree María, que piensa que ahora los racistas «sienten que tiene derecho a tratar mal a los inmigrantes porque se sienten apoyados por su presidente».
En relación a su situación personal, ni uno ni otro piensan que les vaya a afectar en exceso. «Donde vivo la gente es liberal y todo mi entorno no apoya la mentalidad de Trump», contesta la joven. Daniel ha sido padre estando allí, por lo que su hijo es estadounidense «y eso es posible que me proteja, aunque ya sabemos que la politica de Trump es la de quitar la nacionalidad por nacimiento a los hijos de inmigrantes, generalmente mexicanos». Aún así, él se encuentra tranquilo: «Trabajo para una empresa americana, tengo mi visado en regla y no he tenido problemas con la justicia. Ellos están acostumbrados a vivir con mucho latino, aunque yo ni parezco mexicano, así que no creo que tenga ningún problema en la calle ni nada».
Los dos vecinos de Villaviciosa tienen pensado prolongar su estancia durante los próximos meses en Estados Unidos, por lo que podrán ver de primera mano los cambios de su país de acogida, si es que estos se producen.
Texto: Álvaro Díaz