sábado, septiembre 23, 2023

Villaviciosa será una fiesta de Champions, por Diego Ferriz

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Nuestro bloggero, futbolero empedernido como ya nos demostró en los cuartos de final de esta Champions hablándonos de los cruces de Real Madrid y Atleti, dedica estas líneas a la próxima final de la Liga de Campeones, que enfrentará a finales de mayo a los dos equipos de la capital. Recuerda, antes de leer su post, la «final anticipada» que organizó envillaviciosadeodon.es hace 2014, con una minimaratón de partidos entre aficionados de los dos equipos, o la tarde que pasamos con los presidentes de las peñas locales de uno y otro equipo antes de la final de Copa del Rey que les enfrentó en 2013.

Estadio Giuseppe Meazza de Milán, 28 de mayo de 2016, 20:45 horas. Ésa es la cita: la final de la Champions League que volverá a enfrentar, dos años después, a Atlético de Madrid y Real Madrid. A los villaodonenses que no encontráis interés en el fútbol os pediría, guardando un prudente respeto, comprensión y paciencia ante el espectáculo que se avecina: estos días, tendréis que aguantar el entusiasmo, el bullicio y la parafernalia de quienes amamos el fútbol, manifestación cultural que, en ocasiones como ésta, trasciende todos los ámbitos, rebasa cualquier frontera y hermana a sus fieles salvando las distancias. Nosotros, por nuestra parte, expresaremos nuestra pasión sin dejar de observar el civismo, el fair play y el espíritu deportivo que han de reinar en la sociedad moderna.

Allí donde hay paz y estabilidad política, el fútbol se ha convertido para millones de personas en un reducto del orgullo, en una cuestión de honor, en una manera de dirimir la rivalidad y competir por la supremacía que antaño se demostraba por otros medios; se trata de jugar y competir, como diría el maestro Luis Aragonés, de ganar, ganar y ganar: vieja aspiración del ser humano, ser superior e imponerse en el juego, en el combate, en el duelo, valiéndose de la inteligencia y la fuerza.

Llegado el día del magno acontecimiento, seremos muchos miles los vecinos de Villaviciosa que nos sentaremos ante la televisión a ver la finalísima de la Champions o, los más afortunados, en las gradas del estadio. Madridistas, atléticos y simpatizantes de otros colores, que también los hay en nuestro pueblo, viviremos otra vez esa emoción incomparable que transmite la final de la máxima competición europea de clubes desde que fue creada hace más de 50 años. Y podremos sentirnos orgullosos de ser, aunque sea flor de un día, el centro de la atención mundial. Luego, si la victoria cae de nuestro lado, madridistas o atléticos sentiremos algo semejante a la felicidad. Porque los aficionados al fútbol llevamos los colores de nuestro club en el corazón y los consideramos algo propio y, al mismo tiempo, común a millones de correligionarios; es un sentimiento individual y colectivo.

A día de hoy, tanto atléticos como madridistas nos sentimos exultantes por haber llegado a ese momento culminante que nos tiene a un paso de la gloria. El Real Madrid, histórico dominador de la competición, ya la ha saboreado nada menos que en diez ocasiones, mientras que el Atlético de Madrid alcanza su tercera final dispuesto a conquistarla por primera vez. Ambos equipos, espero que concurran con sus colores tradicionales, ya se concentran para el gran día y se aprestan a disputar el partido de los partidos. Luces, cámara, acción, y que dios reparta suerte.

¿Hay algún favorito? Sincera y objetivamente, creo que no. Hace dos años, el Real Madrid se sentiría confiado a su historia, su leyenda y su conocimiento de un torneo en el que se desenvuelve a las mil maravillas desde que fue creado. Luego, le costaría sangre, sudor y lágrimas imponerse en el terreno de juego. Hoy, sin embargo, el Atlético de Madrid puede considerarse a todos los efectos un grande de Europa: se lo ha ganado a pulso durante tres temporadas, eliminando a equipos como el Milán, el Chelsea, el Barcelona en dos ocasiones, el Bayern de Múnich… Viejas glorias, campeones del pasado que ha ido apartando de su camino en su legítima aspiración de escribir su propia leyenda. Gracias, sobre todo, a un extraordinario entrenador que ha sabido inculcar a sus jugadores una fe a prueba de bombas y una ambición sin límites. Lo que hace no tanto tiempo podría antojarse una ilusión inverosímil, ver al Atleti coronado como campeón de la Champions, hoy no tendría nada de extraño. Pero, a consecuencia de ello, los colchoneros ya no cuentan con el factor sorpresa a su favor: tanto Zidane como sus jugadores saben perfectamente cómo se las gastan los rojiblancos, no necesitan preguntárselo a Luis Enrique o Guardiola.

Se dice, por otra parte, que el Real Madrid ha alcanzado la final favorecido por la suerte del bombo, que le emparejó con rivales de menor enjundia. Como madridista, puedo admitir que a priori Barcelona o Bayern de Múnich parecen más peligrosos que Wolfsburgo o Manchester City, pero no acabo de estar de acuerdo con quienes sostienen esa opinión: también los merengues nos hemos ganado el derecho de disputar la final compitiendo y salvando obstáculos gracias al talento y la inteligencia de Zidane, un genio sin experiencia en el banquillo pero, ya lo demostró ganándolo todo como jugador, capaz de guiar al Real Madrid del desánimo a la esperanza. En realidad, creo que el Manchester City, después de eliminar a todo un Paris Saint Germain, que a su vez había derrotado al Chelsea, tuvo la mala fortuna de perder al mago David Silva por lesión; hasta entonces había jugado con cabeza y rigor táctico, pero desde ese momento Kroos, Modric y compañía supieron desequilibrar la contienda a favor de un Madrid que quizá hubiese marcado más goles de haber contado con Cristiano en la ida o Benzema en la vuelta.

Apasionante final: una fiesta del fútbol español, de la ciudad de Madrid y, también, de Villaviciosa de Odón, donde hay radicadas peñas de ambos equipos que seguramente se desplazarán a Milán y seremos muchos miles los vecinos que, con el alma en vilo y el corazón en un puño, impregnaremos de un festivo colorido las calles, lloraremos de emoción y compartiremos un día de pasión inolvidable. Me gustaría ganar pero, si perdemos, espero que sea Fernando Torres, un fantástico jugador a quien he animado tantas veces con la selección española, el héroe del Atleti. Soy, no obstante, moderadamente optimista y creo en la victoria del Madrid. Mucho ánimo a ambas aficiones y un deseo a compartir por todos los amantes del fútbol: que la final de la Champions 2016 sea un partido memorable.

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