Entrevistamos a Guille, que como siempre se presta con toda la amabilidad del mundo. Después de la introducción del miércoles, te traemos aquí la segunda parte.
Pregunta: ¿Cuáles son tus mejores recuerdos de Villaviciosa de Odón?
Respuesta: Mis mejores recuerdos… Llegué con 19 años. A partir de ahí, te puedes imaginar: disfruté de un pueblo a finales de los 80 que se llenaba de gente joven los fines de semana. Empezaron a abrir un montón de sitios en la Avenida Príncipe de Asturias, muy cerca de donde yo vivía, y al poco de llegar me eché una novia que me presentó a Murky. Éste, a su vez, me fue presentando a sus amigos, con quienes pronto hice amistad, un sentimiento fraterno que conservo con muchos de ellos. La música fue un poco el vehículo para relacionarnos entre todos. Coincidíamos en gustos, compartíamos discos, parábamos en los bares donde pinchaban música ajena a la radio fórmula, hacíamos fiestas o ensayos en diferentes casas los que sabíamos tocar, había varios grupos montados… Pero más que una escena se trataba de un montón de amigos con gustos comunes. El pueblo entre semana era tranquilo; eso me venía bien para concentrarme en los estudios. Y disfrutable, paseaba o me tomaba algo cuando salía a comprar el pan. A veces me encontraba con Jefrey, el hijo de Tele (Triana), y charlábamos un buen rato, o por la tarde quedaba con Murky para grabar música loca, en su casa o en la mía, o para dar una vuelta acompañados de amigos como Josu Carrasco o Juan «Pipi» Costi (Paquito Maniobras y los Tazones, Los Depósitos). Pasábamos la semana entretenidos hasta que llegaba el grueso de nuestros amigos de Madrid a pasar el finde. Por otra parte, el cambio geográfico y climático me pareció exótico, siendo yo un chico del norte de montes verdes y cielos grises.
¿Guille, qué te enseñó o aconsejó tu tío Willy cuando empezabas a tocar? ¿Algún truco o secreto?
De tantas veces que vi a mi tío tocar, creo que se me pegó cierto sentido de la musicalidad, una querencia por la armonía que él maneja tan bien; donde unos hacen acordes sencillitos, él los hace grandes, mágicos y evocadores. No sé si se me pegaría algo… Lo que sí me transmitió fue ese sentido del humor loco y absurdo que tenemos la mayoría de los músicos (Guiller, doy fe, muestra en ocasiones un agudo y excéntrico humor surrealista).
Desde tus comienzos con tus hermanos Mariano y luego Juan a la trompeta, siempre has tocado con amigos o gente de tu entorno. ¿Consideras prioritario el compañerismo frente a la técnica o el potencial? ¿Es la escena underground que has conocido como un clan de intereses y aficiones no apto para profanos?
Siempre me he rodeado de amigos y familia para tocar porque para mí es una actividad lúdica y una expresión artística que, en mi caso y en general en el underground, no da para comer. Es básicamente compartir tus aficiones con tus amigos, como el que queda un domingo para jugar al fútbol. Otra cosa son las relaciones con los sellos discográficos; como en cualquier actividad empresarial, puede haber tiranteces… o no.
¿Guille alguna vez se ha planteado ser profesional o ha soñado con alcanzar el éxito y la fama y vivir de la música? ¿Ha podido la precariedad de recursos propia de los grupos y sellos independientes frenar tus aspiraciones?
Soy consciente de que mis composiciones y mi forma de cantar e interpretar no son demasiado comerciales. Tampoco he hecho nada por cambiarlo porque lo considero más mi hobby que otra cosa. Sin embargo, casi siempre he tenido trabajos relacionados con la música: cuando vivía en Madrid en Munster Records y ahora en la sección de discos de la Librería Paradiso de Gijón, por no mencionar que llevo un año como profesor de música para niños, además de ser desde hace tiempo músico de apoyo del mejor grupo de música infantil que conozco: Petit Pop.
Patrullero Mancuso. Siempre fuiste muy animoso y optimista, te implicabas al 100%, ibas y venías y te dejabas la piel en los conciertos. Luego, después de éstos, solías retirarte pronto a descansar y amanecías el primero. Porque para ti la música primaba sobre cualquier otro aspecto.
Los conciertos de Patrullero… La verdad es que lo pasaba muy bien y tenía que disfrutarlo. A la batería, no necesitaba concentrarme tanto como con la guitarra para no fallar. Hombre, había días en los que las condiciones de sonido no eran buenas o la batería que ponían en festivales no era cómoda y entonces no lo disfrutaba, pero en general es lo que decía mi tía Tere, la mujer de Willy: «Vosotros lo que hacéis es jugar», en comparación con los músicos profesionales. Creo que algo de razón tenía… Lo de retirarme antes y levantarme temprano tiene que ver con mis biorritmos: me ocurría incluso saliendo de jarana muchas veces, me entraba sueño y se acabó; vamos, que soy más diurno. Pero para mí tocar con Patrullero ha sido lo máximo, y no lo digo porque me vayan a leer mis compañeros…
Me vienen a la memoria innumerables anécdotas y vivencias. Tú eras el patrullero más versátil y aportabas muchísimo al grupo. Cuando yo ya tenía la música de El Halcón Milenario, canción que fue single en los 90, aún no sabía cómo podía ser la voz. Pero tú me enseñaste cómo cantarla y, creo, completaste el primer verso de la letra. ¿Lo recuerdas?
Me acuerdo en parte de ello, ya sabes cómo es lo de la memoria. No recuerdo lo del primer verso, pero sí que el fraseo de la voz podía ser en un solo tono continuo con pequeñas variaciones, un poco recordando a alguna canción del primer LP de Love; de hecho la batería la hice también pensando en ese disco. Es una canción muy sesentera. Y lo que creo es que, aunque componíamos los cuatro, cada uno sus canciones enseñándonos cómo eran las guitarras, enseguida nos hacíamos dueños los unos de las canciones del otro aportando cosas, o eso me parecía a mí. Yo, además de la batería, me atrevía con el teclado y la guitarra, de ahí la versatilidad que dices. O más bien le echaba morro con los instrumentos.
¿Cómo surgió la idea de poner esa impactante foto de tu tío Willy con cazadora de cuero y bate de béisbol en la portada del primer LP de Patrullero?
Fue un día que se despertó de la siesta con esos pelos, él siempre llevaba coleta. Le planté mi chupa de cuero y mi bate como si fuera un hell angel y ¡hala! A hacer unas fotos haciendo el ganso, qué bien me lo pasaba en esa casa… Le enseñé las fotos entre risas a Murky y se le ocurrió que podían quedar bien en la portada del disco en relación a las canciones, cuyas letras reflejaban un poco de locura e inseguridades post adolescentes.
Guiller Momonje y las Muelas del Juicio Final es el fantástico nombre de tu último proyecto en solitario. Tú debes de haber compuesto cientos de canciones que has ido grabando con pocos medios a lo largo de los años. Cuéntanos si se han editado y si has tenido ocasión de grabarlas en estudio.
Las Muelas del JF es como bauticé a mi grupo de acompañamiento desde que vivo en Asturias. Son amigos cercanos y músicos reconocidos fuera del ámbito asturiano, como Scattini, bajista todoterreno, Mar de Pauline en la playa, Petit Pop y Undershakers o Joan Vich, que estuvo con Patrullero en su última etapa, fue batería de Jonston (Jose Martorell, ex vecino de Villa) y es un cargo importante en la organización del FIB, además de promotor de conciertos. Durante estos últimos años he grabado en casas de amigos con un abismo de calidad en comparación con mis grabaciones de miniestudio de cuatro pistas que usaba en los 90. Aun así, he vuelto a ese cacharro para mis últimas cosas porque me parece que tiene mucho encanto el sonido casero. La última vez que grabé en un estudio de verdad fue el año pasado, una canción en asturiano para un recopilatorio de grupos locales. Fue de lujo: entré ahí con la idea de grabar un par de guitarras y una voz y al final se animó también la sección de vientos de una banda que ensayaba en el local de al lado: tuba, trompeta, trombón y oboe.
Hace unos meses te estuve viendo con Petit Pop en las fiestas de Algete y la verdad es que me emocioné al verte otra vez a la batería después de tantos años. ¿Volveremos a verte actuar, Guille, en Villaviciosa, donde tanto se te aprecia, algún día? ¿Habrá reunión de los Patrullero Mancuso o es imposible?
Lo de actuar en Villa entra dentro de lo probable, ya que Petit Pop se mueve por muchos municipios de Madrid. Otra cosa es que me necesiten en ese momento. Yo suelo sustituir a la batería o voy de guitarrista de apoyo, pero haría todo lo posible; les intentaría dar penita para que me llevaran. En cuanto a reunirse Patrullero, depende del resto del grupo, que vivís más o menos cerca. Estaría bien que os pusieseis a componer como locos y tuviese que acercarme por ahí a grabar, aunque no sería lo mismo que cuando marché de Villa e iba a grabar en verano quedándome en casa de los Godino, lo que para mí eran unas auténticas vacaciones en familia con derecho a local de ensayo.
Texto: Manuel Godino